No
quiero tener hijos, ¿estoy mal?
Si hacemos una
comparación con la época de nuestros padres y la nuestra, podemos apreciar que
la brecha generacional es cada vez mayor. Hoy en día, la libertad de decisión
es lo más común…Aparentemente.
Hace décadas, los roles
de hombres y mujeres estaban bien delimitados. El papel de la familia era el
eje del “buen funcionamiento” de la sociedad. Los hombres trabajaban, eran los
principales proveedores y se les atribuía la cualidad de ser la figura familiar
con mayor fortaleza. El área de la mujer era (y sigue siendo) la casa.
Encargarse de la limpieza, compras, la crianza de los hijos y coordinar todo lo
relacionado con la dinámica familiar. El brazo derecho del marido, un equipo
perfecto. Una unión en la que uno imponía y el otro obedecía. O esa se supone
que era la idea, por lo que ese era el patrón al que tenían que ajustarse los
recién casados y futuros padres, sin discusión.
La era moderna provee
demasiada información acerca de nuevos modelos de vida, y esto permite que los
individuos puedan expandir sus opciones para trazar su camino cuando llegue el
momento adecuado. Ahora es permisible, o no tan raro, que alguien decida
extender sus años de soltería, o que decida no unir su existencia con alguien,
en lo absoluto.
¿Qué tan aceptable es
la situación del párrafo anterior? En este caso estoy hablando específicamente
de México, mi país. Un lugar lleno de contrastes con viejas costumbres atadas
eternamente a la moral, que se rehúsan a aceptar por completo algunas
“innovadoras maneras de vivir” que han surgido a través de los años y que
vienen a instalarse en culturas con ideas arraigadas y medio podridas, en
cuanto al tema de la familia.
Sólo adivino, pero si
son mujeres con más de 25 años en su haber y son solteras, se han enfrentado
por lo menos en una ocasión al bombardeo sobre comentarios incómodos e
innecesarios sobre tu vida personal. Porque en antaño, una chica de más de 20
años sin marido e hijos era considerada una “quedada”.
Respecto al tema de los
hijos, es idea universal que si te casas o te “juntas”, tendrás al menos un
retoño. O si no estás con nadie, pero ya pasaste cierto límite de edad, debes
apresurarte porque se te va el tren y tu reloj biológico se encontrará en
problemas.
Analicemos esto: ¿Es malo
no desear ser madre? Conozco a varias mujeres que lo son y no era precisamente
su más ferviente deseo. Sólo fue una consecuencia del fruto de la relación, así
que lo aceptaron y siguieron adelante. Son unas estupendas madres entregadas a
sus hijos, tal y como debe ser. Sin embargo, en más de una ocasión, escucho un
discurso sincero y hasta triste en el que expresan su verdadero sentir: “No
debí ser madre. Piénsalo bien, porque es la decisión que cambiara toda tu
vida.” Eso me hace reflexionar: Ignorar el instinto maternal es un tabú y
arrepentirse de haber dado a luz (aunque sea un lapsus de desesperación de dos
minutos) también. Quien reniega de la maternidad, es una mujer incompleta y
lastimada.
Es muy divertido
escuchar los juicios y las opiniones sobre las mujeres que optan por no tener
hijos. ¿Lo peor? Que esas críticas vienen de nuestras congéneres. Cuestionan
motivos y critican como si les afectara directamente esa decisión. Si me
pagaran por las veces que he escuchado estas frases: “Algún día cambiaras de
opinión”; “Tu vida no significa nada hasta que seas madre”; “No sabes lo que es
el verdadero amor”; “Seguro tuviste una infancia terrible y por eso no quieres
tener hijos”; “Si no quieres procrear, algo malo pasa contigo” y “Si no quieres
ser madre, no eres una verdadera mujer”.
Cada individuo tiene
sus razones para querer o no procrear. Cualquiera que sea la elección, es digna
de respetarse, ¿no? El convertirse en padre es motivo de celebración y tiene
lógica, ya que dar vida es todo un acontecimiento. Y dedicar tu plan de vida a
ti mismo con o sin pareja sin la necesidad de tener hijitos, también es todo un
reto.
No quiero omitir este
punto: La maternidad ahora es como un “estado” popular en el chismorreo
cibernético. Una buena cantidad de madres, sólo piensa en todas las fotos que
postearán en Facebook e Instagram en las que muestren la felicidad de la nueva
etapa de su vida. Es decir, ante todo hay que dar una buena cara ante la
sociedad para que todos aprecien que ganaron la carrera del matrimonio y los
nenes. Aun cuando uno conoce la realidad detrás de esa pantalla en la que los
padres felices de las redes sociales disfrutan más sus momentos de “solteros” y
sufren un poco cada vez que tienen que volver a su vida cotidiana. Si bien lo
que sucede a puerta cerrada no es nuestro problema, ¿por qué la intromisión en
las elecciones de otros?, ¿por qué esa falta de respeto hacia los que optan continuar su sendero sin la necesidad
de procrear? Independientemente si hay una pareja involucrada o no.
No entiendo por qué se
considera como egoísta el renunciar a los embarazos, la crianza y todo lo que
ello implica. En lo personal pienso que es más egoísta, traer al mundo a
bebecitos adorables, sólo para satisfacer una necesidad de aceptación o de
querer eliminar un vacío o por miedo a la soledad o al temido “qué dirán de mi si no tengo críos”. La validación
que buscan algunos padres no es lo más importante, sino el bienestar de los
niños. O eso creo.
En ciertas ocasiones me
atacan “inocentemente” con el argumento de que no tengo metas establecidas ni
madurez porque no planeo ser madre. Y realmente no encuentro relación alguna
entre mis objetivos y la maternidad. Trabajo, me mantengo, tengo aspiraciones y
me ha costado mucho establecerme. ¿Dónde está la falta de madurez?
Con mis amigas, a las
que amo y con las que he compartido muchas cosas, puedo seguir siendo yo misma
y ellas igual. Podemos hablar de cualquier cosa y cuando es tiempo de tocar el
tema de sus bebés, las escucho atentamente y con interés, y claro, me otorgan
la misma cortesía, porque después de todo, cada quién establece las prioridades
en su paso por este mundo.
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