Por Chatita S.
No sé ustedes pero yo creo que el
transporte público en el Distrito Federal, es insuficiente o será que los
automóviles particulares ¿son demasiados?
Bien, cual sea la respuesta, está
claro que cada día es más el tiempo que hacemos en trasladarnos de un lugar a
otro, especialmente en las mañanas en las que tenemos que ir a trabajar, a la
escuela o alguna otra actividad que requiera que vayamos de un lugar a otro.
Y es por ello que entramos en una
etapa de ansiedad, de locura, de desesperanza porque los trayectos y filas para
comprar boletos o recargar nuestras tarjetas para el transporte, son eternas.
Nuestra mente se concentra en que
hay que llegar “a tiempo” y es cuando inicia el proceso de algo a lo que yo llamo
“GANADO”:
1.- Estrés de no poder llegar a
la parada correspondiente para abordar el metro, camión, trolebús, Metrobús,
combie, taxi o salir de alguna de las calles aledañas a alguna escuela,
hospital o zona de oficinas.
2.- Si llevas tiempo, pues eres
afortunado(a), sino, tienes que prepararte para todo tipo de insultos (verbales
y físicos), minimizar tu sentido del oído por aquello de los cláxones,
silbidos, el ronroneo de los motores enfurecidos a mitad de la avenida en la
que te encuentres, etcétera.
3.- Si eres pasivo, pues sólo es
cuestión de hacer caso omiso de todo lo mencionado en los puntos anteriores,
sino, pues más vale que prepares tu ira, fuerza y audacia para poder esquivar
todos los obstáculos que se presentan.
4.- Una vez que lidiaste con todo
el ganado encontrado en tu camino, tienes la obligación, sí, leíste bien, dije
obligación de mantenerte a salvo para llegar a tu destino sin “tantas
preocupaciones” y, si tienes suerte, con el glamour completo.
Es un hecho que cada día se hace
más difícil el camino y no sólo por lo antes mencionado porque a todo eso, le
debemos sumar los “incidentes” que no están en nuestra manos como las
manifestaciones, los accidentes automovilísticos, la persona imprudente que se
avienta a las vías del metro (literal), que el auto se descompone o que la llanta
se ponchó y la persona lenta o atarantada que se nos cruza.
Y lo que es cierto, es que cuando
más atrasado en tiempo vas hacia tu destino, es cuando más cosas suceden.
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