LA BÚSQUEDA DE EMPLEO. El deporte extremo de la sociedad moderna.

Me atrevo a afirmar que todos hemos pasado por la incómoda situación de buscar empleo, al menos una vez en la vida. Unos pueden tener más suerte que otros y otros, como yo, nos vemos envueltos en una especie de maldición gitana en la que podemos conseguir todo (o eso creemos), menos un buen trabajo. Y ya no hablemos del trabajo de nuestros sueños, sino uno que de perdida nos permita uno que otro capricho, además de solventar nuestros gastos más básicos.
Si tienes hijos, la situación se torna más difícil, ya que existe presión extra para conseguir la plata destinada a solventar las necesidades del retoño. Si cuentan con una pareja con la que se dividen los gastos, mucho mejor, aunque esto no es garantía de seguridad, porque los sueldos de hoy en día no tienen nada de decoroso y no te permiten conservar la dignidad que tenías antes de ingresar a ese empleo por el que vendiste tu alma. También están los fungen como madre o padre soltero, y aquí la responsabilidad y la presión aumenta a la millonésima potencia.
Buscar trabajo es una de las actividades más estresantes y decepcionantes que forman parte de la vida de un ser humano en edad laboral. Puede hacerte dudar de tus capacidades, de tu elección de carrera, de tu sexo o de existir. Si creen que exagero, permítanme mencionar unos ejemplos.


1.      Envías tu currículum a un reclutador de alguna empresa que pide determinados requisitos, así que te llaman porque supones que previamente le echaron un vistazo a tus datos. Acudes a la entrevista y te dicen que no cumples con el perfil. 
2.      Mandas nuevamente tu currículum (a otra empresa, claro), te llaman para entrevista. Desde que el reclutador te ve, sabe que no “encajarás” y te miente diciendo que acaban de ocupar la vacante. Y te cuestionas: “Pero si me llamó, es porque están en proceso de reclutamiento, ¿o no?”.
3.      Estás demasiado capacitado para realizar ciertos trabajos…O eso suponen los reclutadores. O por el contrario, no cuentas con nada de experiencia y esto se debe a que en ocasiones aplicamos a ofertas en donde no se pide gran cosa de requisitos, no es tu giro, pero necesitas el empleo. Y no puedes creer que se le dé preferencia a un chico o chica de 20 años con educación trunca (sin ofender a nadie) porque tiene el perfil y la experiencia que buscan. La licenciatura, maestría o diplomados no sirven de mucho en esos casos. 
4.      Te llaman de un trabajo que suena bastante prometedor, así que te motivas y vas a la entrevista a las 7 de la mañana. Vas de buen humor y no te molesta que te llenen de 10 exámenes de matemáticas, traducción, lectura y comprensión, historia, geografía, etc. La de recursos humanos te explica en qué consiste la labor y ese rollo. Hasta aquí todo parece marchar bien. Luego te informa que  pasarás con la gerente de recursos humanos y resulta ser una persona que descalifica toda tu trayectoria laboral, e incluso cuestiona tu vida personal. Por si eso no fuera suficiente, te dice que aún faltan 20 entrevistas con cada uno de los socios de la empresa que esperan que seas políglota, traigas el café caliente y que no tengas necesidades fisiológicas, como dormir, por ejemplo.
5.       Olvidé mencionar antes un punto muy importante: Casi nadie está dispuesto a enseñarte, instruirte, capacitarte o como le quieras llamar en algún área en la que no tengas experiencia. Para eso son los empleos, ¿no? Y es que sucede algo súper curioso: Los reclutadores solicitan amplia, vasta, extensa, infinita experiencia y conocimiento en todo lo habido y por haber.  Si no cuentas con conocimientos, experiencia y mundo, pasas a ser desechado como pañuelo de gripiento y continuarás en la extenuante búsqueda hasta que alguien se digne a contratarte ¡en lo que sea! Porque además, el camino del conocimiento incluye un salario que apenas te permite pagar tus pasajes.
Nadie tiene por qué cuestionar tus elecciones. Ignoran o prefieren no saber, que la necesidad te orilló a trabajar en algo ajeno a tu carrera y cuando quieres retomar el camino del bien, te excluyen y tachan de poco redituable o inadecuado.
Parecen historias de terror, pero son realidades palpables. Y la necesidad de contar con un ingreso es vital, sin embargo, la gente renuncia a sus sueños, crecimiento y satisfacción por una paga algo miserable, o sucede que cuando su trabajo es muy bien remunerado, deben soportar malos tratos y una carga de estrés que nadie quisiera tener. Aquí sí aplica la frase de “desquitar el salario”.
Bien me dijo una amiga: “Los de recursos humanos pueden no tener idea, pero son los que tienen la última palabra.” Entonces, ¿en manos de quiénes estamos? Quiero pensar que ustedes también han visto ofertas de empleo que se publican con sendas faltas de ortografía. Sin comentarios.
¿Sabían que en nuestro país casi no contamos con días feriados? ¿Sabían que somos de los países que más trabajan y que no reciben una adecuada remuneración por ello? Es como si nos programaran para odiar el trabajo, como si fueran labores forzadas. Todos los días levantarte a la misma hora, hacer corajes rumbo al trabajo (porque el traslado es parte de tener un empleo), hacer corajes en el trabajo, salir de la oficina, llegar a casa, dormir y todo se repite nuevamente.
Sé que suena deprimente, pero ésta es la vida de millones de personas. Y sé que muchos dirán: “Pero tienen la fortuna de contar con un empleo.” ¿Pero a qué precio? La cultura laboral moderna no es nada fácil, no es algo que contribuya al  mejoramiento de la calidad de vida del ser humano. Y no me hagan hablar de temas como la esclavitud, la explotación o esos rubros tan decadentes que acompañan a la palabra “trabajo”.
No hay fórmulas mágicas, ni frases motivacionales ni milagros que nos consigan el empleo perfecto, aunque sería maravilloso que no tuviéramos que pasar por los horrores de las entrevistas laborales y los engorrosos procesos de selección.
Sean fuertes, ¡no se dejen! Nadie les está haciendo un favor. Tampoco se adornen con flores falsas, porque tarde o temprano los descubrirán. Si quieren algo, sean constantes pero no dejen que abusen de su disposición y necesidad. Están advertidos. 


Unknown

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