Por Chatita. S
Han notado de unos años para acá que cada que están platicando con alguien, ¿es inevitable que revisen su celular?
Creo que la mayoría respondió ¡sí! a este fenómeno, puesto que la moda que hoy nos ha rebasado a todos, es contar con un celular, datos móviles, redes sociales y por supuesto, postear todos los movimientos realizados durante el día.
Una de las situaciones que más han afectado la comunicación humana es precisamente la falta de interacción entre individuos y esta “moda” se ido propiciando desde que los medios de comunicación y compañías telefónicas nos facilitaron y/o complicaron la forma común de platicar con otras personas.
De alguna manera el tener un celular con nosotros implica dos cuestiones:
La primera, estar un 90 % atentos a llamadas, mensajes y, por supuesto, a las redes sociales que se han convertido en una manera absoluta de captar nuestra atención de manera personal o de manera comercial.
De manera personal está demás mencionar que el estar conectados con más de 500 amigos en Facebook, Twitter, Instagram, Line, etcétera implica respeto, ser reconocido como el amigo buena onda, el alma de la fiesta y aunque no conozcamos a la mitad de los amigos que tenemos agregados, es orgullo tener ese número en nuestros perfiles. ¿Vale la pena? No lo sabemos.
Es importante tener bastantes likes, compartir los estados, estar identificados en las fotografías de las fiestas, reuniones y demás, para que los demás conozcan que sí hay una vida social que anunciar, tener post en el muro, twitters compartidos y varias personas conectadas en el Skype.
Y, la segunda es convertirnos en dependientes de este lindo aparato que llegó para cambiar nuestras vidas en todo el sentido de la palabra. Sí, dije todo el sentido de la palabra, porque ya hay quienes duermen con él o que incluso su vida termina si lo olvidaron en casa, trabajo o en el taxi, no mencionemos si se pierde o nos lo roban.
Si no tenemos nuestro celular a la mano lo revisamos por lo menos tres veces en menos de un minuto, nos percatamos que se nos ha olvidado en casa, automóvil o trabajo, pegamos el grito en el cielo y nos sentimos desprotegidos, fuera de sí y claro, no estamos al día de todo lo que nuestros “amigos” han estado haciendo.
A todo esto, el celular se ha convertido en nuestro mejor amigo, porque aunque no hable, la magia está en las imágenes, en la comunicación grupal y a distancia que es donde se engloban la mayoría de las actividades que realizamos, desde las fotos del gym, la música que nos gusta, los libros que estamos leyendo, las novedades en las redes sociales, la agenda, la presentación para el trabajo, las claves bancarias, los contactos telefónicos, direcciones, aplicaciones de GPS para llegar a un sitio y aplicación para pedir un taxi.
Completamente dependientes del celular. Sí, es correcto.
Y así hemos convertido a este aparatito en nuestra forma de vida más parecida a nosotros mismos y en un instrumento inseparable y el que diga que no, que lance la primera piedra.
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