POR: ALMA CARBAJAL GUZMÁN.
Una pareja se encuentra viendo una película una tarde de
sábado; del inicio a la finalización del
film, el celular del chavo sonó entre 25 y 30 veces todos mensajes, de la
aplicación Whatsap, la chica por su parte prefirió dejar de lado la evidente
distracción y disfrutar la película de principio a fin.
Cuántas veces hemos sido interrumpidos en una conversación,
viendo una película, leyendo un libro o haciendo alguna tarea importante, ya
sea en casa o en el trabajo. El problema de esto no radica en cualquier
aplicación que tenga un servicio de mensajes instantáneos, sino en que la
persona no puede dejar por unos minutos, su apreciado smarthphone, hay quienes
casi lo llevan cosido a la piel. Y no es cuestión de criticar sobre los niveles
de uso de estas tecnologías, más bien aquí entramos en una serie de factores,
que afectan nuestra manera de comunicarnos con los demás y hasta a veces
olvidamos el comunicarnos con nosotros mismos.
El 79 % aproximadamente de lo que se comparte por Whatsap no
es información, ya que forma parte del entretenimiento colectivo. Claro que hay
circunstancias importantes de destacar, según el usuario, edad, sexo, y que tan
digitales en comprensión pueden llegar a ser. Por ejemplo una joven de 16 años en promedio: 417/10 = 42 mensajes a
la hora. Por desgracia esta cifra va en aumento; contestamos sí o no, en el panel del chat, sin
percatarnos de todo lo que sucede a nuestro alrededor. El tener una
conversación con una retroalimentación de por medio, ha quedado rezagada en las
latitudes de cualquier chat de la aplicación favorita, los malentendidos
textuales no son resueltos, aumentan desproporcionadamente el proceso de
comunicación vacuo y que al final llega al sin sentido por parte del emisor y
el receptor. Hay personas que gustan de evadirse del mundo, y no abusando de
las aplicaciones, se habla de una abstracción que de alguna forma, todos tienen
el derecho de tenerla, para enriquecimiento personal.
Nos hemos olvidado de lo que era ver una película, disfrutar
de un buen libro, sin que surjan los bombardeos auditivos del sonidito de la aplicación. La relación
humana se ve afectada, paralizada, y simplemente ya no sabemos si el receptor u
emisor habla con nosotros, le habla a alguien, en el instante
en que uno, no está inmiscuido dentro del contexto híper – textual; aquí
se crea una falta de percepción en la comunicación, no solo para la persona que
es interrumpida, la acción del individuo que responde al mensaje, muestra que
su atención está dispersa, no está aquí, ni en el mensaje, quizá ni si quiera esté
pensando con claridad al tener la conversación oral o escrita con nadie.
No es cuestión de ser
unos dinosaurios, creo que podríamos combinar esta vía de comunicación, con la
que ya hemos desarrollado, por respeto a la otra persona y a nosotros mismos. Esta
espiral adictiva nos pone en riesgo de perder la capacidad de reflexión,
acercarse a estos medios es como quemarse, poco a poco perdemos capacidades, en
vez de desarrollarlas, y no digo que la tecnología no pueda ayudar a compaginar
nuestra evolución con un sesgo adecuado de comunicación de varias vías, sino
que no hay una verdadera comprensión de lo que se ve, aprende y más aún de la información poco verídica y
confiable en la red, de la que se podría
sacar provecho.
Estamos anclados entre ser multifuncionales, para dejar la
funcionalidad propia del individuo por los suelos, limitarnos a dar más de 10
clicks cada 10 minutos ininterrumpidamente, en un ejemplo simple, somos como la rata de laboratorio analizada por cocaína,
no le importa comer o dormir, solo le interesa consumir por medio de enlaces rápidos
y vistas instantáneas todo el potencial “informativo” de los innumerables links, vídeos o memes.
Tampoco con esto quiero decir que quienes abusan de estas
tecnologías, no tengan un pensamiento activo hacia la introspección; creo que debemos tomarnos un momento del día,
para alejarnos un poco de las nuevas tecnologías y acercarnos a interactuar con
otro individuo, que ciertamente no podrá sintetizar en el texto muchas más
frases en el chat, bien vale el gusto de
converger a la par de la reflexión de
cada quien, por lo menos ambos comparten
algo de suma importancia, una misma realidad.
http://www.hijosdigitales.es/2013/10/%C2%BFcuantos-mensajes-enviamos-y-recibimos-por-whatsapp/
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