El día de ayer, viendo el contenido de Facebook, me encontré con una apocalíptica nota sobre la privatización del seguro social, es decir que ahora (con base en lo que dice esta nota), sin importar que estés asegurado, el tratamiento de enfermedades crónico-degenerativas tendrá un costo. Si necesitas una operación, deberás pagar más de 10´000, dependiendo de la gravedad de la misa. Si tienes diabetes o cáncer deberás ahorrar para pagar tu tratamiento, esto sólo si quieres mantenerte vivo.
Tal noticia me conmocionó. Una mezcla de rabia e impotencia se
apoderó de mi y comenté la nota y la indignación que me causaba, con mi papá y a
mi hermano, ellos coincidieron conmigo en emoción y pensamiento. Después de un
rato de expresar nuestro enojo, los tres volvimos a nuestros smarphone a
revisar las actualizaciones y reír con las imágenes de gatitos enojados, o
reflexionar con las frases de Paulo Cohelo.
Por la noche, mientras leía el libro de "los relámpagos de
agosto" del maestro Ibarguengoitia, me pregunté porque en el pasado
(cuando la comunicación estaba a merced de la distancia) la gente, al
indignarse, se juntaba para protestar. Y no es que sea partícipe de las
revoluciones y guerrillas, pero creo que alzar la voz ante lo injusto es la
mejor manera de reafirmarse como ciudadano.
Entonces pensé "si bien es cierto que los movimientos
guerrilleros del pasado estaban liderados por intereses que iban más allá del
bienestar común, también lo es que la gente creía en el cambio, creía que la
diferencia estaba en sus manos, no en las de la corrupción, o en las de otras
personas." Supongo que esta última afirmación me llevó a la conclusión que
a continuación voy a exponer:
La teoría de la disonancia cognitiva afirma que tendemos a buscar
un equilibro o consistencia a nivel cognitivo; es decir que nos inclinamos a justificar una conducta cuando esta contradice nuestra cognición base. Por ejemplo: si somos personas
con principios éticos de libertad y de justicia, al presenciar una situación de nepotismo de nuestros honorables gobernantes, tenemos
tres opciones:
1. Hacer algo para evitar que la situación se repita (una marcha en el bulevar más transitado de la ciudad, un paro frente al ayuntamiento, huelga de hambre en el congreso, etc.)
2. Creer que somos parte del problema y que éste se acaba cuando dejamos de gritar y empezamos a "ser el cambio que queremos ver" (frase de Gandhi).
3. Enojarnos, postear en Facebook nuestra indignación, comentar con rabia esta situación a nuestros compañeros de trabajo y...creer que eso es suficiente para cambiar las cosas. El grano de arena ya fue dado. Esta idea se refuerza cuando vemos que hay marchas por todos los bulevares de los estados más importantes del país, cuando en redes sociales se postean vídeos de gente que protesta contra el abuso del poder, cuando por todos lados se habla de corrupción, injusticia social y pobreza extrema. Si se habla del tema con tal magnitud, significa que algo está pasando...¿cierto?
La respuesta es NO, nada pasa si nos limitamos a dar un "like" a un texto y lo comentamos con otros que harán lo mismo que nosotros, la única consecuencia es que viviremos impotentes por la gran cantidad de notas que nos provocan tal indignación.
Entonces, ¿Qué hacer? ¿Salir a las calles a protestar, esperando no ser secuestrado por el ejército o balaceado por algún policía? ¿Planear un atentado para derrocar al gobierno y cambiar el sistema?
En realidad no sé la respuesta, de lo que estoy convencida es de que el cambio empieza cuando ayudamos a otros sin esperar algo a cambio, cuando no damos "mordida" para evitar pagar una multa, cuando respetamos las filas en el super o en el banco, en pocas palabra, cuando no somos gandallas.
Gandhi tiene razón..."Sé el cambio que quieres ver"...no solo lo comentes por facebook.
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