Pareciera que la identidad de los mexicanos se resumiera
en gran medida al desempeño de la selección de futbol de nuestro país en torneos
internacionales, y en las noticias más relevantes referentes al seleccionado y su cuerpo técnico. Que el
único momento en que los mexicanos se unen en una sola voz es en apoyo a los
portadores de la camiseta verde. Sin embargo he de decir que para mí el futbol
es uno de los deportes más bellos, un deporte de pasiones y sobre todo
entretenimiento.
El problema radica, no en si somos o no aficionados a
este o algún otro deporte, sino en la importancia que nosotros mismos, los
mexicanos, le damos al futbol como reflejo de nuestra identidad. El mexicano
desborda muchas veces sus frustraciones en un idílico sueño de 90 minutos en
que la pelota rueda por el campo, y no es para más, la realidad nos rodea en
una catastrófica situación económica, política y social. Es así como el pueblo
ciego e impotente se vuelve una masa enajenada por un sueño corriente, un mero
espectáculo que no debiera pasar de un pequeño periodo de entretenimiento.
¡Canta y no llores mexicano! Es el himno de nuestra
patria. Por las calles corre la sangre nuestro pueblo; en lo alto el águila ha
sido secuestrada.
Nuestra gente ha perdido la cordura, no sabe valorar lo
valorable, no sabe ya cuál es su verdadera identidad, es por eso que duerme.
El futbol es un deporte que mueve masas alrededor del
mundo, hay países donde es una religión, el fanatismo puede romper las barreras
de la realidad y es allí donde México ha encontrado su mortaja.
Es hora de despertar, de mirar a nuestros jóvenes
levantando las manos sobre el mundo de la robótica, de las matemáticas, de la
investigación científica, del arte, la cultura y mucho más. Muchos mexicanos
han logrado hacerse notar a los ojos del mundo, pero para nosotros eso no es
noticia, y en eso estamos mal.
El futbol es para disfrutar con una cerveza y buena
compañía, es un espectáculo de entretenimiento, así como lo es la danza, los
conciertos, las obras de teatro, el cine y otros más, es allí en donde en verdad
radica.
Nuestra verdadera identidad está compuesta por nuestra
historia, por nuestra gente, por nuestras bellas costumbres, por los avances
sociales, económicos y hasta políticos, nuestra identidad está compuesta por el
campo, por nuestros bailes, nuestra comida, por nuestras artes e investigaciones.
Pero nunca, nunca debería estar compuesta por la ilusión del futbol.
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