Sin duda México es uno de los países en donde el libre
periodismo está duramente castigado; nuestra nación tiene una mordaza teñida de
sangre, y así lo demuestran los horribles asesinatos del fotoperiodista Rubén
Espinosa y muchos otros valientes hermanos que decidieron levantar la voz en
contra de las injusticias y la violencia que nos aqueja como sociedad.
Es vergonzosa y visceralmente humillante la represión
política a la que nuestro pueblo ha sido sometido. Desde que las nuevas
tecnologías se volvieron fuentes importantes de la libre expresión, la
persecución y la censura a los medios informativos está más que claramente expuesta a los ojos
del mundo.
Tenemos un gobierno corrupto, una justicia mermada ante
los deseos político-económicos de la silla grande y una prensa mutilada por el
miedo a las mafias organizadas. Nuestros corazones se llenan de rabia al ver
como los nuevos hombres que quieren darnos patria son acallados con la muerte,
mientras los principales medios informativos se prostituyen tan descaradamente.
Es increíble imaginar que hacer periodismo en nuestro país sea tan peligroso
como en aquellos lares gobernados por el estado islámico y las facciones
terroristas. Esto solo demuestra la apatía de un pueblo y la antipatía de un
gobierno hacia su gente.
Lloramos con amargura la persecución de periodistas
como Rubén Espinosa, quienes con su trabajo solo buscan denunciar la
proliferación de la injusticia en nuestra nación y manifestar el descontento social a tan
denigrantes condiciones de vida de un pueblo tan lastimado y vejado.
Es difícil romper los esquemas establecidos, es difícil
mover a un pueblo absorto en la estupidez y tan carente de conciencia política,
pero poco a poco todos debemos mover los engranajes de nuestro despertar.
Mantente en lucha mexicano, tú labras con tus valores
el destino de tus hijos.
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