CAFÉ, EL DULCE HECHIZO QUE ACTIVA TU MENTE.







ALMA CARBAJAL GUZMÁN.


New Orleans - 1872

Louis entró como todas las mañanas al Café Du Monde, para despegar las notas, que se quedaron la noche anterior entre las llaves de su saxofón, para completar la tarea y sacudir las notas; Cécile le sirvió su acostumbrado Au Lait (café medio mixto, medio de negro y medio a base de leche caliente). En lo que Louis daba sorbitos y marcaba el ritmo con el pie, se incrustaba notas al papel; dio otro sorbo más a su bebida y el saxofón ya no importo, se sintió mareado, las  voces que escuchaba en el Café se convertían en un ciclón de idioma inteligible, cerró los ojos, se quedó dormido por unos minutos, hasta que un jaleo al hombro lo saco de su sopor; era Cécile  que le traía como regalo unos Beignets (buñuelos estilo francés) nevados de azúcar, ella sonrió y Louis por más que hubiera querido, no podía regresar a la tonada antes compuesta, necesitaba a esa mujer con una urgencia que pareciera que el Diablo mismo le estuviese tumbando el corazón latido a latido. Cécile se dio cuenta de la reacción e intercambiaba miradas a su próximo enamorado, entre tanto, ella se guardaba sigilosamente en la bolsa del pálido delantal, un frasquito, dentro de este figuraba un muñequito amarrado a un grano de café.


La rigurosa taza de café al comenzar el día. Este ritual de empresarios, amas de casa, estudiantes o hasta del viene viene, ya sea por la mañana, tarde o noche, abre las expectativas de nuestros sentidos, para enfrentarnos a todas y cada una de las actividades que se nos presentan (laborales, de estudio y relajantes – como una charla – o bien para amenizar alguna reunión), en donde el café sírvase al privado gusto del comensal, es infalible para terminar de componer la jornada, tanto de sucesos propios como ajenos.


La aparición de los primero cafetos datan de hace mil años. Ciertas investigaciones sitúan el descubrimiento del café en el año 858 en Etiopia. Sobre la preparación de este brebaje quizá nos remitiremos a una de las leyendas de las Mil y Una Noches; el relato de Kaldi, pastor de Yemen, quien inquieto al ver que no llegaban las cabras al lugar donde hacia guardia, salió en busca de ellas, para su asombro las encontró comiendo unos pequeños frutos rojos. Kaldi recoge unos cuantos y los lleva al monasterio de Chehodet. Los monjes ponen a cocción los frutos, de la preparación se da un líquido que los mantiene despiertos durante las noches de oración, llamaron a esta bebida Kawah en recuerdo del rey persa Kavus Kai, que fue elevado al cielo.


Las sorprendentes propiedades del “vino de Arabia” se distribuyeron así como su consumo, el cual antes de popularizarse, era consumido solo en el marco de ceremonias religiosas o bajo la tutela de un curandero, asimismo los médicos lo prescribían para curar cálculos renales, gota, el sarampión y la tos. Con estos datos tan interesantes nos damos cuenta que el café, puede elevarnos el ánimo, para las tareas difíciles de la vida diaria, de igual manera puede convertir un momento estresante a relajante de la rutina, y para los amantes del café, sin duda, llega a ser toda una ceremonia.


 A la hora de elegir café, tiene mucho que ver el gusto ya adquirido por ciertas experiencias en cuestión a este líquido divino, pero si al momento no sabes o tienes dudas de su aroma y procedencia, así como de otros elementos; aquí les comparto una pequeña  guía y algunas características de los principales tipos de café que pueden encontrar en cafeterías o establecimientos dedicados a este rubro.  Lo importante es que te guste, te sientas bien y fijes un sin número de emociones de las cuales tú y  – el embrujo del café – puedan establecer una íntima experiencia, al degustar esta mágica bebida. Y para los curiosos  que quieran saber su suerte o su futuro, el café turco es el ideal para la lectura del café.  Ya sea negro, dulce, descafeinado, con chocolate o mezclado con leche, anímense y hechizan sus sentidos con este aromático elixir.


GUÍA DE CAFÉ:
MONTAÑA AZUL (BLUE MOUNTAIN): Café arábica, crece a 900 -1200 m.s.n.m. en la región de las Montañas Azules en la zona central de Jamaica.
Rico, delicado, con sabor a nueces, aroma compacto, bien balanceado y con brillo.
Este café debe ser seleccionado con mucho cuidado al momento de la compra, ya que algunos expositores de las tiendas aprovechan la fama del grano y no tienen nada de genuino sobre el contenido del verdadero Montaña Azul.

COBAN DE GUATEMALA: Granos arábica, América Central, provenientes de la zona de Cobán, en Guatemala.
Aroma floral dulce, gusto suave con cuerpo medio a completo, aroma completo con buen brillo y equilibrio. Acidez bien equilibrada y terminación uniforme.
La procedencia de este café es de granjas en donde las buenas prácticas ambientales se equiparan con los buenos cafés.

SANTOS DE BRASIL: América latina, variedad arábica proveniente del sur de Brasil.
Suave aroma, sabor uniforme y de cuerpo medio. A menudo sutil, sin demasiada acidez.
Algunos cafés Santos adquiere un dejo medicinal conocido como sabor rio o rioy, algunos compradores estadounidenses lo evitan, sin embargo consumidores de Dinamarca y de países de Medio Oriente, lo procuran por esta particularidad.

PEABERRY DE TANZANIA: África, café arábica cultivado en las laderas del Kilimanjaro, en el nordeste de Tanzania.
Sabor rico, suave y vinoso. Acidez intensa.
Este café es ideal para beberlo puro.

MANDHELING DE SUMATRA: Asia, isla Indonesa de Sumatra.
Suave, con notas de jengibre, espeso y cuerpo completo. Notas terrosas y bajo grado de acidez.
Este café se seca en patios de arcilla o en la tierra, lo que le da esas notas terrosas. Este grano es de los más buscados por los conocedores del café.


ALTURA DE MÉXICO: América central, café arábica del tipo de Altura, proveniente de la región sur de México.
Dulce y uniforme con agradable aroma. Cuerpo medio a completo, posee un excelente grado de acidez.

Las mejores clases se conocen como cafés “Altura” y “Estrictamente Altura”. Cabe mencionar que los cafés de Oaxaca se destacan por tener sabor a nuez y un cuerpo picante y completo.























Alma Carbajal

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