No mueras.

No mueras...

Hola, ¿qué tal? El día de hoy quiero compartir con ustedes un artículo de opinión que, tras haber leído, me agrada bastante la idea expuesta. Consideró que al crecer vamos olvidando la verdadera y genuina felicidad, adaptándonos a la normatividad social que nos exige corresponder respecto a nuestra edad con cierta "madurez". En experiencia propia, las ocasiones en que mejor la he pasado es cuando se me olvidan las etiquetas sociales y me divierto como niño. Y es que como bien dice Hernán "...nadie es aburrido cuando está solo." 

Esa es la invitación que hoy les hago, hay que ser libres, hay que disfrutarnos, hay que permitirnos disfrutar de la vida sin preocuparnos demasiado por el que dirán. Seamos personas genuinas, aceptándonos y mostrándonos como somos, no dejemos morir nuestro ser pretendiendo encajar en una serie de protocolos que buscan formar ovejas para ganado, autómatas revestidos de monotonía; declarémonos uno solo, cada quien propio de sí mismo con ideas y formas diferentes. No matemos nuestra esencia mimetizado al vecino que tan bien se camufla con las masas.  

Sin más, dejo aquí el artículo esperando que algo útil puedan hallar en él. Saludos. Lindo viernes.
Atentamente: Rsk. 

Morisquetas en el espejo.

A mí que no me vengan con que solamente lo hago yo. ¡Todo el mundo, sin excepción, a solas frente a un espejo hace cara de loco, muestra los dientes, baila el róc y tensa la carretilla! Y cuando digo todo el mundo también digo el Juez Garzón, Nelson Mandela, Ernesto Sabato y el resto de intocables de Occidente. Y es que nadie es aburrido cuando está solo.

Si existiera una cámara grabando lo que hacemos cuando no nos ven, y luego todo el pueblo pudiera sintonizar a quien quisiera, se acabarían las leyes, el autoritarismo, la democracia y todas las otras cosas malas. Cada cual iría a su bola y con sus tiempos: el paraíso en la Tierra.

¿Con qué autoridad va a venir un Intendente a decirnos que hay que pagar el alumbrado a término, o un Obispo a recordarnos que no hay que coger sin amor, o un Candidato a prometernos que va a asfaltarnos la calle, si los hubiéramos visto a los tres, en el baño de sus casas, parándose los pelos con gel y poniéndose pomelos en la camiseta con desenfadado travestismo?

Que levante la mano ahora mismo el que no haya metido la cabeza entre las patas para poder mirarse el agujero del culo. Que dé un paso al frente la señora o señorita que jamás se haya vestido de hombre cuando no había nadie en casa, ni haya practicado hablar con voz gruesa y rascarse los inexistentes huevos o escrotos. Que digan esta boca es mía los que nunca, pero nunca, hayan cantado semivestidos un playback de los ochenta, usando un escobillón como simpático micrófono de pie.
Quiero ser el primero en quitarme la máscara de la hipocresía: ¡Yo lo hago! Cuando estoy solo y hay un espejo, mi casa es una fiesta. Lo primero es ir al recibidor, que es donde está el espejo más grande, y practico uno o dos minutos de "bakers boys". Este divertido entretenimiento es solo para gorditos, y consiste en ponerse de perfil, meter la panza para adentro hasta convertirte en flaco, y despues sacarla de golpe, mientras vas diciendo:

-Ahora soy Jeff Bridges..., ahora soy Beau Bridges. Ahora soy Jeff..., ahora soy Beau.
Después voy como loco al baño (siempre todo muy rápido, porque tarde o temprano cae Cristina y hay que volver a hacerse el seriecito) y pongo unas dieciocho caras. Las tres que más me gustas son cara de citroen, cara de puto según sofovich, y cara de bulldog. 
Si me queda tiempo, camino como un pato hasta la cocina. Y ahí se termina la joda, porque todo el mundo sabe que en la cocina no hay espejos.
Cada cual tiene sus métodos. No estoy proponiendo que adopten los míos, sino que compartan las técnicas propias que han sabido amasar con el tiempo. ¡Eso sí! Lo que no quiero es a nadie que diga, con voz de Calculín: "Hernán..., yo no he bailado nunca semivestido un playback de los ochenta". ¡Es un ejemplo, lector niegatodo, no hay que entender lo escrito de forma literal, porque te salen pelos en las manos!
Lo que no me molestaría en lo más mínimo es que veniera alguien y me dijese, pero en serio:
-Soy la excepción que desbarata su tesis, señor Casciari. Yo, Juan López, DNI tal y tal, nunca en la vida, estando solo frente a un espejo, he hecho nada que no pueda mostrarle a mi suegra. 
A ver quién es el guapo; que aparezca uno y me diga eso, palabras más palabras menos. ¿Alguien tiene autoridad moral y pruebas para desmentirme? ¡No, nadie! ¿Ven que siempre tengo razón? 
Y ésa es justamente mi tesis, queridos amigos: todos somos en origen divertidos, drogadictos, cachorritos y jodones. Todos. El problema es que tenemos la manía de no estar casi nunca solos, cómodos; casi nunca como en casa.
Cada vez lo tengo más claro: el mundo se está volviendo amargo y solemne, aburrido y previsible, y todo por culpa de esa maldita costumbre que tenemos los humanos de vernos con otra gente y de fingir que ya somos grandes.

Hernán Casciari
Lunes 14 De Junio, 2004



Unknown

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