Palabras populares en el cine mexicano

De antemano sabemos que México es un país basto en cultura, tradición y costumbres, de los cuales todos los que nacimos en este territorio nos sentimos orgullosos.

El cine como una de las siete bellas artes conlleva a una serie de emociones, sentimientos, comentarios, ideas iguales o desiguales y, por supuesto, gusto o rechazo por el mismo.

La mayoría de las personas tenemos amor por la pantalla grande ya sea por la historia de la película, su categoría, los actores, los efectos especiales, el morbo, incluso hasta para pasar “el rato”, lo que hace que éste se convierta en una de tantas formas de entretenimiento social que existen en el mundo.

Sabemos de manera muy general que el cine estadounidense es el que –de alguna manera– domina las pantallas, y que últimamente nos ha ganado con sus efectos especiales; por otro lado, las historias hindúes nos han brindado personajes que han ido marcando nuestras vidas y han conquistado el premio Oscar. El cine de arte como uno de los géneros cinematográficos se ha consolidado en la industria con ese toque de elegancia que adquiere cada una de las películas que son realizadas bajo esta categoría.

La expresión cinematográfica evolucionó con los grandes inventos que se fueron dando gracias a las necesidades que el público, directores, actores y la industria en sí requerían, por ejemplo, la amplificación de sonido, los efectos sonoros, los efectos especiales –bien hechos para los años 20´s– realizados con fotografías sincronizadas y por supuesto la fusión del movimiento con el sonido, pues en 1897 ambas cosas se hacían de manera independiente para lograr el conocido cine sonoro.

El progreso que el cine fue adquiriendo lo fortaleció de manera significativa y su auge fue tal que hoy en día su popularidad se ha propagado en todo el mundo.

En México, el cine ha tenido una mutación muy interesante teniendo destacadas producciones en América Latina pasando desde largometrajes, documentales, biografías de personajes históricos de nuestra nación, luchadores contra momias, historias de terror, la conocida época del Cine de Oro, así como cintas de mujeres despampanantes que relacionó al ámbito artístico con el político.

Quizá el tipo de cine que se manejaba fue una catapulta para dar a conocer el talento mexicano, sin embargo, creo que actualmente el cine lejos de envolverse en un ambiente competitivo, ha ido dejando huella desde los 80´s, sino es que antes, con películas que manejan el morbo de una manera muy característica como La Dictadura Perfecta, del director mexicano Luis Estrada donde ponen en evidencia la conducta de nuestro políticos a través de la lente de una cámara, dejándolos al descubierto de manera semejante a la realidad en México.

Otros temas que se manejan en el cine nacional sin tapujos son: el sexo, las drogas, el narcotráfico, la pobreza extrema, la prostitución, parodias y bueno, hay que darle crédito al amor.

Pero lo que llama la atención independientemente del género que los directores asignen a sus cintas, es el vocabulario que se utiliza porque es el elemento que une a cada producción, actor, director y territorio como producto y cultura mexicana.

Pero… ¿qué tan bueno es el léxico que se utiliza en esta magia cinematográfica para la industria?
Desde mi punto de vista, el lenguaje con que se presenta la industria cinematográfica es la parte fundamental para atrapar y mantener a los cinéfilos independientemente de todos los efectos que se logran, pues las historias se basan precisamente en el lenguaje.

En México, existe una peculiar manera manejar el lenguaje y es que de una u otra forma estamos acostumbrados a escuchar palabras altisonantes refiriéndome a groserías y vocabulario al que conocemos de manera popular como: “chale, está chido, no manches (y su segunda composición de esta palabra), puto, pinche, güey, hijo de tu… mamacita santa, entre otras.

Por esta razón, interesante y a la vez preocupante, es que llama mi atención que a algunas personas dentro de la misma cultura mexicana, se han dejado llevar de tal manera que se ha fugado la forma de expresión educada –por mencionar un límite–  y con ello han comenzado a darle prioridad a las palabras que se sobreponen a la actuación, historia, actores y hasta al mismo director.

Debido a ello, pongo en contexto algunas de las tantas groserías utilizadas en el actual léxico de las personas, que no sólo estamos hablando del cine, más bien ya es algo muy habitual y exclusivo de nuestro México.

Güey.- De acuerdo al diccionario de la Real Academia Española, se utiliza para dirigirse a alguien que ha tropezado. En el cine y para los mexicanos es algo así como: “Lento, menso, estúpido y hasta para referirse a una amistad (con cariño)”.

Cabrón.- De acuerdo al afamado diccionario de la RAE, es el dicho de una persona, de un animal o de una cosa que hace malas pasadas o resulta molesto. Y como un adjetivo coloquial, nosotros simplemente lo usamos para connotar que es o muy tonto o muy estupendo.

Pendejo.- Y sí, continuo con lo que el diccionario nos proporciona, diciendo que es el significado de hombre tonto y estúpido, que bueno, si lo entendemos de esta manera, no resulta tan ofensivo como su sonido cuando lo escuchamos.

Idiota.- Viene del latín idiōta y en estricto sentido según RAE en su numeral tres, como adjetivo coloquial (muy al estilo mexicano) es tonto, corto de entendimiento y el cuatro, que carece de toda instrucción, que para los cineastas, no cuenta mucho y mucho menos para el público.

Imbécil.- Esta palabra tiene dos significados según el diccionario: alelado, escaso de razón, que es a lo que más se acercan los guiones de las películas y el otro significado: flaco, débil que es una manera más educada de interpretar esta palabra.

Y por último la menos sonada pero también famosa: Zoquete, que en el numeral cinco de los significados que el diccionario de la Real Academia Española señala, dice que de manera coloquial, es la persona tarda en comprender y sí, efectivamente es a lo que nuestros actores mexicanos se refieren a la hora de salir a la pantalla grande.

Con lo anterior, doy respuesta a mi preocupación por la fuga cultural de nuestro país (con cultural, me refiero a la cuestión lingüística específicamente con algunas de las groserías más usuales) porque entonces como resultado de esta pequeña investigación, sólo puedo llegar a la conclusión de que resulta ser cuestión de enfoques, regiones, educación, niveles socioeconómicos y características propias de cada persona para así darle la mejor de las interpretaciones al vocabulario utilizado.

Anónimo

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